Apasionada por el volumen y la relación táctil con todo tipo de materiales susceptibles de tridimensionalizarse, otorga a sus obras una visión particular de la vida y la existencia, siempre efímera por el hombre y los materiales. Su arte, conceptual e irónico, es una lectura contraria al mundo contemporáneo; piezas silenciosas que buscan la mínima materialidad necesaria para transportarnos a la verdadera esencia.
Formado en el diseño gráfico, Albert Riera inició su trayectoria artística en la fotografía y, más tarde, y a raíz de una larga estancia en Londres, se inició en la pintura. Artista curioso y transversal, no cierra la opción de adentrarse en otras disciplinas artísticas como la escultura aunque en la actualidad centra su dedicación a la pintura. Sobre el lienzo su obra recuerda la abstracción. Dice que plantea el proceso creativo dejando que sea el trabajo y el azar los que influyan en el resultado final, otorgando un gran protagonismo al ojo del espectador que, a su parecer, ha de concluir la obra desde su subjetividad.
Sus inicios artísticos parten del academicismo figurativo que transcurre por una etapa expresionista para llegar a una abstracción informal. En la década de los sesenta surge en su obra una recuperación del léxico figurativo que dará lugar a una iconografía simbólica de tonalidades negruzcas y de perspectivas simétricas que crea diferentes escenografías con el uso de la luz. La obsesión por la muerte, junto con el sadismo, la necrofilia y el vampirismo son los conceptos clave que otorgan a su obra una aureola de misterio i enigma. Un universo en el que la inexistencia de personajes provoca que los espectadores enfrentados con la inconmensurable soledad seamos protagonistas de placeres negativos y de terrores agradables.
En su obra, Riera i Aragó recrea, tanto en el ámbito pictórico como en el escultórico, un mundo de máquinas y artefactos que recuerdan, en clave de humor, a los descritos por novelas de ciencia ficción, como crítica del poder irracional de las máquinas, símbolos de progreso y prosperidad. Con un sencillo vocabulario visual de formas que recuerdan zepelines, submarinos oxidados o aeroplanos, Riera i Aragó nos presenta una prolífica iconografía cargada de significados, ironía evidente de refinada sensibilidad acerca de la incoherente irreflexión de las creaciones humanas y de justicia poética respecto al doble sentido de nuestra existencia.