SALAS 1 y 2
LÍDIA MASLLORENS
— Prueba de artista
El azar es mi gran aliado. Tengo los pinceles, el papel, la pintura y el azar.
Lídia Masllorens
Lídia Masllorens (Caldes de Malavella, 1967) se expresa artísticamente con herramientas escasas y muy sencillas: toneladas de papel reciclado (elaborado expresamente para ella), pintura acrílica negra para paredes, un buen puñado de escobas, bayetas y trapos, metros de láminas finas de plástico, y una buena dosis de azar.
Es apasionante escuchar cómo explica su proceso de trabajo, porque transmite pura dedicación. Uno se la imagina creando entre las enormes paredes de su estudio de Cassà de la Selva (Girona), gesticulando las primeras pinceladas sobre los plásticos grapados a la pared, secando el agua de cada pieza de papel antes de estamparla, mojando de negro las bayetas y los pinceles gruesos, bailando descalza sobre la composición inacabada que permanece tumbada, totalmente entregada a sus manos... Y visualizamos cómo perfila ojos, rellena cabellos y sintetiza formas con movimientos amplios. Lídia Masllorens siempre busca el minimalismo en las formas; este es su hito personal.
Han sido casi treinta años de dedicación en busca de oportunidades que le permitieran dar el salto hacia la profesionalización. Más de veinte años como docente de artes plásticas para estudiantes de ESO y bachillerato. Estudios de bellas artes, fotografía, grabado y escultura. Exposiciones en Girona y Barcelona. Pasión y devoción. Todo eso hasta hace unos años; ahora, el escenario que la acompaña es bien distinto.
En 2013 Lídia Masllorens recibió el Premio de Pintura de la Fundació Vila Casas, y este galardón le ha permitido llegar donde más sinceramente deseaba. Una oportunidad soñada una y mil veces. Desde 2016, sus obras se han expuesto en galerías y ferias internacionales de prestigio, en lugares como París, Londres, Los Ángeles, Dinamarca, Bélgica y Japón.
Lídia Masllorens nos ofrece en primeros plano rostros en gran formato creados sobre papel. Explica que, cuando era joven, solía ir por Barcelona con la cámara colgada al cuello y hacía muchas fotos. Y un día se dio cuenta de que repetía un mismo tema: las caras de la gente de la calle. Con el tiempo decidió traspasar ese concepto a la pintura.
La temática, sin embargo, ha experimentado variaciones. Al principio, Lídia Masllorens trataba de conseguir un retrato fiel a los rasgos físicos. Más tarde se sintió atraída por la dimensión dramática y teatral de las emociones, y de este interés surgieron unos retratos universales, porque todos somos emocionales, todos gesticulamos en función de nuestros sentimientos. Poco después, la artista optó por el gran formato, movida por la necesidad de retratar con una pincelada descontrolada, dejando de lado la dimensión más mental y detallista.
Su primera obra de grandes dimensiones fue un retrato de Miquel Barceló, titulado Miquel, que respondía a su admiración por el pintor mallorquín. Pero la obra que inauguró su técnica personal sería Maria, el retrato en monotipo de la hija de unos amigos. Este tipo de estampación produce obras únicas y originales, ya que no permite la impresión de múltiples ejemplares. En el caso de Lídia Masllorens, ella trabaja y estampa los papeles sobre superficies de plástico, de manera que aquello que hace las funciones de plancha queda inhabilitado tras su primer uso. Este método permite a la artista ser fiel a su manera de pintar: gestual, libre y en gran formato.
El título de esta muestra quiere transmitir los valores característicos de las pruebas de artista: la valentía y la experimentación que requieren y a las que invitan por haber sido realizadas sin miedo, ya que no son obras definitivas. Su creación parte de una brillante y acogedora sensación de libertad, ya que eso es lo que siente Lídia Masllorens en la etapa vital y profesional en la que se encuentra.
La exposición se estructura en tres partes: dos de ellas reúnen obras de gran formato sobre papel, dedicadas a los rostros, mientras que la tercera recoge diversas fotografías.
Las primeras se dividen en dos conceptos: las obras de Retrato buscan la fidelidad al modelo y llevan como título el nombre de pila de la persona retratada; en No retrato, en cambio, encontramos obras sin título que transmiten espontaneidad gestual y emocional. Las fotografías hechas por la artista y las imágenes que encuentra en las publicaciones y en las redes sociales son las fuentes de inspiración de estos rostros.
Finalmente, Zoom muestra una serie de fotografías que surgen de los microcosmos abstractos que Lídia Masllorens descubre en los detalles de sus obras. En algunos casos, estos detalles le recuerdan a formas familiares, como los labios de la serie que exponemos. Se trata de creaciones inéditas, fruto del actual momento experimental que está viviendo Lídia Masllorens, ahora que está a punto de alcanzar su sueño.