Texto de sala


Aprendió las técnicas fotográficas de manera autodidacta, en los inicios la impaciencia y la ilusión le hacían olvidar los tiempos necesarios para el rebelado y secado de las imágenes con resultados que ahora reconoce como desastrosos, pero que le condujeron a la posterior exigencia técnica que ha devenido una de sus principales características.

En 1949 se hizo socio de la Agrupación Fotográfica de Catalunya y es de la mano de uno de sus socios más activos, Josep M. Marca, que Forcano entra en el mundo de la fotografía, le anima a participar en diferentes premios fotográficos a través de los circuitos de la agrupación. En estos años empieza a recibir reconocimiento nacional e internacional a través de diferentes premios y menciones, entre los que destaca el Gran Premio Ibérico de Vigo (1961 y 1962), el de Guadalajara en 1962 o el Premio Ciudad de Barcelona, que recibe en 1963.

Uno de los hitos más importantes de su trayectoria llega el año 1960, cuando entra en Destino de la mano de su editor Josep Vergés y su director Nestor Luján, que desde el inicio le confían las imágenes de muchas portadas y reportajes. Su mirada penetrante, apasionada e irónica deviene su sello, y gracias a su innovador trabajo y la calidad del mismo, empieza a recibir diferentes encargos publicitarios. En estos años trabaja para marcas como Roldós, Dupont, Seix Barral, Pulligan, Warner’s, Myrugia, Tilsa, Belcor, Sati, Ficosa Internacional, Laboratoris Dr. Esteve o Catalana de Seguros. Y también pasa a formar parte del equipo artístico de la revista Don.

Su estudio deviene una especie de cueva de los tesoros, un santuario que se llena de objetos y que es visitado por los personajes más ilustres de la vida cultural, artística y de la moda barcelonesa de los años 70. Los encargos y colaboraciones crecen y participa también en diferentes publicaciones, tales como la Guía de Barcelona con Carles Soldevila o Festa Major, con Josep M. Espinàs. Realiza también diferentes reportajes, dos de los cuales se acaban convirtiendo en libres, son Josep Pla vist per Eugeni Forcano y Banyoles en dia de mercat.

Trabaja incansablemente haciendo frente a nuevos retos que le llevan a seguir aprendiendo, pasa de la fotografía en blanco y negro al color y sigue investigando e indagando en las técnicas fotográficas. Prueba de ello es el proyecto que lleva por nombre Provocar l’atzar a través de la llum en el que Forcano demuestra que las posibilidades de la fotografía en color son infinitas. Su trabajo es muy bien recibido por la crítica del momento que llega a asegurar que se trata de unas aportaciones trascendentales no solo en la carrera profesional de Eugeni Forcano sino en la historia de la fotografía universal.

Eugeni Forcano es, pues, un artista que trasciende su época, no solo en el campo de la investigación fotográfica, sino también en el resto de campos en los que se mueve. Ni cuando trabaja por encargo, Forcano deja de ser Forcano, de hecho, este era un factor clave para aceptar o declinar un encargo: el fotógrafo había de poder trabajar libremente. Esto se ve de manera clara en los encargos de moda que recibe, con el paradigma del catálogo para la empresa leonesa Tilsa, donde Forcano introdujo a las modelos en la fábrica, donde posaban junto a los obreros. De este modo, Forcano va más allá de la fotografía de moda y sus imágenes devienen también documentos históricos, testimonios de una época.

Forcano se mueve libremente en el ámbito fotográfico, lo hace cuando experimenta, cuando recibe encargos y, como no podía ser de otra manera, cuando trabaja libremente. Josep M. Espinàs habló de él como “el cazador de imágenes” y es que Forcano, cuando salía a la calle, cámara en mano, lo hacía talmente como un cazador. Disparaba con la cámara medio escondida en la solapa de la chaqueta para poder captar la imagen sin ser visto. Atento, sin ser visto, esperaba paciente el momento exacto en el que apretar el botón para captar la imagen en ese momento en el que se congela toda una historia.

Y en este momento entra en juego uno de los factores más principales de su producción documental, Forcano buscaba historias, más que la propia imagen, lo que le interesaba era lo que aquella imagen explicaba. Para él, el relato es tan importante que cuenta que antes de apretar el obturador en su cabeza ya sabía qué título tendría la fotografía que en ese momento quedaba impregnada en la película fotosensible.

Esto, sin embargo, nunca iba en detrimento de la calidad fotográfica, trabajador incansable y fotógrafo exigente, Forcano persigue persistentemente la perfección. Los encuadres, las luces y las sombras, las composiciones, las texturas, todo está perfectamente calculado para conseguir una imagen impecable. No es por cualquier cosa que se le ha llegado a comparar a artistas como el propio Henri Cartier-Bresson, considerado el padre del fotorreportaje.

Aunque si hay una cosa que no nos puede pasar por alto cuando hablamos de Forcano es el gran humanismo que destila en todas sus imágenes, para él aquello que es realmente importante son las personas. Forcano es, de algún modo, el fotógrafo de la dignidad humana, incluso cuando es testimonio de las miserias humanas más flagrantes, cuando fotografía la pobreza tan cruda que asestaba la sociedad durante la dictadura franquista, lo hace desde un punto de vista honesto e íntegro. Forcano huye de falsos moralismos y lo hace posicionándose a menudo en un punto de vista sarcástico que no intenta tapar la realidad sino que precisamente no duda en poner el dedo en la llaga.

La exposición que presentamos es un compendio de imágenes procedentes del reportaje que lleva por nombre La vida atrapada al vol, que justamente es un canto a la vida, a lo efímero pero realmente importante que son las personas. A través de varias miradas Forcano se fija en esos detalles singulares del día a día y los retrata con total franqueza y pudicia. Y al mismo tiempo, la muestra se completa con el reportaje Provocar l’atzar a través de la llum y con algunas imágenes procedentes de los encargos de moda. Se trata de una pequeña muestra de todo lo que puede llegar a ser Eugeni Forcano, un fotógrafo que, como tantos otros en casa, debemos recuperar y poner en valor, no solo por la importancia documental de sus imágenes sino también por la calidad y originalidad de sus fotografías.