Instruido en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, Xavier Ruscalleda abandonó la figuración para adentrarse en el informalismo y la abstracción de los años cincuenta y sesenta. Sus creaciones pictóricas de aspecto visceral y al margen de la forma, son una plataforma de experimentación matérica y cromática. Desde un microcosmos habitado por manchas de colores, pinceladas rápidas, signos y arañazos, la obra de Ruscalleda irradia una atmòsfera de energía y lirismo.