La cámara se convierte en un apéndice de su persona, lugar dónde mixtura los conceptos de documental-emotividad, narraciones-sentimientos, todo y fragmento. Imágenes que emanan una especie de sensación cubista frente a una realidad fragmentada; el espectador se sumerge dentro de un rompecabezas abierto a múltiples reinterpretaciones calidoscópicas.