Inició su carrera en colaboración con Eduardo Arranz-Bravo, con quien se asoció entre 1965 y 1983. En el transcurso de los sesenta y setenta centró su obra en la neofiguración y fue uno de los representantes más importantes del Pop Art en España. A partir de los ochenta realizó una lectura personal de la transvanguardia italiana y de otros movimientos pictóricos del momento, hacia un estilo más abstracto. En sus últimos años, ha adquirido un estilo propio, resultado de una original amalgama de colores, texturas y grafismos.