Burgos, 1947
Su obra fluye desde la década de los setenta como una amplia corriente que abarca las cuestiones físicas y espirituales de la condición humana.
La artista trabaja el existencialismo inherente a la humanidad a partir de la figura de la mujer, planteándose reiteradamente la situación del Yo, de sus “instintos” de supervivencia y de la individualidad. En un mundo donde la humanidad es manipulada y estandarizada por sus propios avances científicos y tecnológicos, el arte de Navares es un manifiesto de la fisura entre cuerpo y alma, visibilidad e invisibilidad, mundo sensible y mundo inteligible.