Después de un periodo inicial influido por las primeras vanguardias, los paisajes y la naturaleza se convierten en una sinfonía de lirismo y delicadeza. El gran dominio técnico late en la sutileza de los matices y las veladuras majestuosas que traslucen el camino iniciado por el artista barroco Caravaggio. Las frutas en descomposición son un símbolo inequívoco del tempus fugit y de la transitoriedad escurridiza de la vida, a la vez que la ausencia de la figura humana y el encuadramiento de sus paisajes se asocian a la temática de unas naturalezas muertas insertadas en una atmósfera etérea y poética.