A pesar de pertenecer a la corriente del nuevo realismo, sus obras no son imágenes reales, sino un conglomerado de vida y ficción. Mundos que no existen, gente paseando en parajes extraños, y a veces fantasiosos, o cielos utópicos en un fondo neutro y desértico que el artista ilumina con ironía, vaporosidad y ternura.