Las sensaciones, las impresiones y las atmósferas ambiguas son el reflejo de una trabajada imaginación y de una sensibilidad meditada a lo largo de los años. Su obra no representa el mundo exterior, sino que es el resultado de un proceso místico de introspección. Su estancia en Japón impregna su obra pictórica de poesía y pensamiento zen, de una fascinación por los detalles y lo efímero. Cautiva la mirada y la arrastra hacia la infinitud, donde se diluyen las nociones de espacio y tiempo.