Abismos rojizos que se suceden en riquísimas estratificaciones de tonalidades eclipsadas, y se permutan en aguadas refracciones y fantasmagóricas neblinas..., paisajes del alma que habitan en un mundo de estructuras simétricas para proyectarse en una asunción de introspección personal. Evocación, insinuación, atemporalidad y sueño que rememoran el estilo místico de Odilon Redon o el estilo más abstracto de Gustave Moreau; pinceladas etéreas de dulce misterio, en las que el observador penetra en un largo viaje a través del espacio y el tiempo.