Barcelona, 1940
Pintor y grabador, plasma aspectos intimistas de su entorno cotidiano, interpretados con lirismo y simbología. En su obra se combinan espacios interiores con ventanas abiertas hacia horizontes amplios y lejanos. Además de la pintura al óleo, también ha trabajado el grabado calcográfico. Vilà pinta los paisajes, las ciudades, los objetos deteriorados a conciencia, con pinceladas de apariencia vigorosa y disgregada, donde tras la ficticia destrucción descansa un acto de creación. Desde la década de los sesenta participó en numerosas exposiciones colectivas, ferias de arte en Basilea y Nueva York y certámenes nacionales e internacionales.