Sus fotografías son un homenaje a los antiguos cuadernos de viaje en los que los artistas dibujaban lo más fascinante y propio de los paisajes descubiertos. Moldoveanu estudia su entorno y extrae la belleza latente en cada uno de sus componentes. En sus fotografías tanto de paisajes urbanos como rurales, el artista revela, a través de una óptica personal, los misterios y secretos que se esconden en cada rincón y examina el encanto de las relaciones que se establecen entre las formas naturales y ciertas formas desarrolladas por el hombre.