Barcelona, 1975
Las telas de Marta Lafuente dialogan entre la figuración y la abstracción a la vez que exhalan belleza y lirismo. Fragmentos en los que las figuras humanas o los edificios conviven en armonía con vastas masas de pigmentos, rugosidades y todo tipo de materiales. Retrata marinas, ciudades y cielos que se desdoblan al reflejarse en el agua..., emplazamientos y personajes que enfatizan la dualidad entre la parte y el todo. Por medio de un lenguaje plástico que se filtra entre las fisuras del romanticismo y del materialismo figurativo, usa la técnica al óleo y el polvo de mármol para irisar la luz, las sombras, los colores y las formas.