Desde que descubrió la fotografía en 2007, Maria Alzamora ha convertido la cámara en aliada al captar momentos de la cotidianeidad. De este modo su fotografía se abre paso entre espontáneas miradas que, fugaces o penetrantes, aportan al espectador la esencia de un instante. Asimismo, disfruta con el juego de los espacios en los que la figura humana queda representada por objetos y ambientes que revelan, como un relato abierto, parte de la historia de una presencia que a simple vista no podemos ver.