En los setenta, Manel Armengol se inicia en el mundo de la fotografía y del fotoperiodismo. En 1977 se le concede el Premio a la Mejor Fotografía de Prensa por las imágenes que hizo sobre las manifestaciones de Barcelona en 1976, publicadas en todo el mundo para mostrar uno de los momentos más representativos de la transición política en España. A partir de 1980 y en el transcurso de los siete años posteriores, se dedicó casi exclusivamente a la fotografía arquitectónica y ambiental del Modernismo catalán. Ha llevado a cabo exposiciones temáticas de elementos de la naturaleza como el fuego, el agua, la tierra o la madera.