Pintor autodidacta de retratos, escenas taurinas y visiones urbanas cargadas de expresionismo, colores enérgicos y densas texturas que pueblan sus primeras representaciones hasta principios de los ochenta. Posteriormente, sus colores se atenúan dentro de unas composiciones que exploran el trazo rápido, caligráfico y el puntillismo o dripping. A principios de los noventa, su trayectoria da un giro hacia la abstracción, con imágenes difuminadas que aluden a la literatura novelística.