Artista de reconocida internacionalidad y uno de los máximos exponentes de la escultura surrealista por la creación de un lenguaje que conjuga innovación y lirismo. Así como otros precursores de la vanguardia, el artista viajó a París y en contacto con el grupo surrealista, a principios de los años treinta, fue uno de los grandes innovadores en la disciplina escultórica. Compaginó su oficio de ebanista con el estudio del dibujo artístico, pero a pesar de adoptar un lenguaje figurativo, se le reconoce por unas obras metálicas dotadas de gran modernidad y de una estética anexionada al trabajo de Julio González. Usó un abanico infinito de materiales: cobre, madera, varios metales e incluso materiales considerados de desecho. Pese a ser merecedor de la Creu de Sant Jordi en el año 1983 y del Premi Nacional d’Arts Plàstiques en 1990, su proyección y su reconocimiento artístico han tenido una mayor repercusión internacionalmente.