Barcelona, 1962
Retratos que reflejan la multietnicidad, personajes anónimos que bogan por la igualdad, y al mismo tiempo por una identidad deseosa de emerger de la globalidad. A medio camino de la realidad documental y la ficción, sus imágenes son como retales de una vida en las que se mezclan narración, documentación, irrealidad, performatividad y cotidianidad. Sus fotografías indagan la realidad, pero siempre a partir de una descomposición y de una lectura de los elementos que la componen. En definitiva, Urrios articula códigos que confluyen en la mirada.