Pintor de sensaciones que emergen del choque entre el placer y el dolor, la plenitud y la austeridad. A través de las líneas horizontales nos muestra la piel de diferentes partes del cuerpo humano. Pliegues que son testimonio del paso del tiempo, resumen de vivencias y signo identificador de nuestra existencia. Sobre un suave fondo, en sus obras se superponen veladuras, fregado o salpicaduras, traza sombras de formas simples y sinuosas con el grafito. Recubierto todo con parafina, que otorga al conjunto un ambiente desteñido y difuminado. Josep M. Codina da la realidad cotidiana una visión innovadora al focalizar su mirada en todo aquello que antes no había sido objeto de nuestra atención.