En la generación del movimiento conceptual, de carácter esencialmente social y político, Jordi Cerdà —desde la pintura, los objetos, el cine experimental o la fotoperformance— interroga la correspondencia entre la realidad y su representación. Bajo un cuidado proceso de fragmentación y deconstrucción nos induce a la reflexión sobre el arte y su lenguaje inherente. Las imágenes retóricas, el desdoblamiento, la reproducción, la autenticidad o la proyección de los contrastes son componentes que condicionan la lectura y, a la vez, alargan los límites conceptuales y cronológicos de la memoria artística hasta la contemporaneidad. En un procedimiento de apropiación de imágenes que conviven entre ellas y la asociación confrontada y dispar, otorga a la obra de arte una nueva lectura objetiva que anexiona pensamiento y subconsciente.