Barcelona, 1965
Durante una estancia en el Japón acaba de perfeccionar sus estudios caligráficos y sobre papel, que confieren a su trabajo un perfil pictórico muy particular. En el ámbito fronterizo de la figuración y la abstracción, bajo un reduccionismo que roza los límites de la simplificación, combina los colores saturados y las formas más minimalistas a fin de estudiar de forma seriada las calidoscópicas miradas y percepciones de un mismo concepto. Isao Llorens trata con ingenio y destreza a la naturaleza y a todas aquellas criaturas que cohabitan en ella, y las sabe transformar en símbolos de una existencia.