Sus cuadros parten de una fotografía alterada mediante sucesivos retoques digitales sobre los que realiza una laboriosa intervención pictórica. Paisajes urbanos imaginarios donde los límites entre el realismo y la abstracción quedan difuminados a través de veladuras y juegos lumínicos. Cielos majestuosos, arquitecturas de edificios emblemáticos, vida y luz rinden homenaje a la ciudad, la fotografía, la monumentalidad minuciosa y a los colores descubiertos gracias a Rothko. No sólo tiene la voluntad de representar el aspecto más escenográfico de la ciudad, sino que consigue impregnarla de una atmósfera fantástica.