Pintor, dibujante y grabador, se trasladó a Nueva York donde permaneció hasta el año 1971. Desde 1973 vive en Cataluña e imparte clases de pintura en la Escuela Massana de Barcelona. En sus cuadros la presencia humana se diluye en una atmósfera densa, de luz ilusoria y mágica. Fontecilla crea formas difuminadas y ambiguas que dan lugar a expresiones vigorosas, virulentas y, algunas veces, sarcásticas; ecos de las pinturas negras y grabados goyescos, de los infiernos de Tintoretto y de las luces irreales de Rembrandt. Recientemente su trayectoria ha adquirido un carácter antropológico a través de la investigación de los sectores marginales de la Ciudad Condal.