Escultor y diseñador, Elmar Thome llegó a Barcelona en 1985, desde donde realizó la mayor parte de su obra. Sus piezas beben de la pureza, tanto de la natura como de la industrialización más feroz, que se encuentra en los materiales que transpiran cierta pobreza en un inicio: soportes de hierro oxidados, neumáticos, troncos de árboles enteros, maderas sueltas, piedras, etc., a través de los que crea un diálogo con el espacio que ocupará la pieza final, extrayendo la sutil poesía de la realidad que le rodea, revelando la ligereza y la fragilidad que se esconde incluso en la materia más pesada.