Su fusión de escultura, fotografía i vídeo provoca una desfragmentación visual del espacio y la arquitectura. Crea piezas escultóricas dominadas casi en su totalidad por las líneas oblicuas y una cierta sensación de desajuste. Fotografías de lugares de transición, deshabitados y en proceso de transformación, zonas fantasmas que vagan entre el anonimato y la existencia, y que a través de la escultura se descomponen detrás de una parrilla arquitectónica en tres dimensiones. Eduardo Valderrey utiliza la escultura como soporte fotográfico para generar una especie de fotoescultura. Poética deconstructiva i de transitoriedad enmarcada por estructuras que otorgan a su hibridez un cariz escenográfico.