Nacida en una familia de origen catalán, Carme Mariscal ha sabido diluir las fronteras entre la instalación, la fotografía o el vídeo, con la voluntad de mostrar la fragilidad, transformación y progresiva desmaterialización corpórea. Este interés por la corporeidad se remonta a sus comienzos pictóricos y la colaboración en un hospital de jóvenes con trastornos alimentarios. Otro de los temas presentes en su obra es el autorretrato, que en una línea muy cercana al Body Art le permite reflejar las mutaciones orgánicas como alegoría conceptual y estética de la identidad, el placer y el sufrimiento.