El período de formación artística de Carles Gabarró tiene lugar durante los años ochenta, cuando triunfa la pintura neoexpresionista, su principal influencia. Aplica la pintura sobre la superficie en capas densas y encuentra placer en la brutalidad, el goteo y el accidente. Con esta pintura matérica construye una iconografía propia caracterizada por la repetición de temas, objetos y composiciones. Entendiendo la creación como el resultado de una carencia, sus creaciones se debaten entre la figuración y la abstracción, y a menudo conforman paisajes fantasmagóricos que tienen algo de onírico, grotesco y pesimista. Obtuvo el primer premio en la IX Bienal de Artes Plásticas de Vitoria-Gasteiz (1990).