Barcelona, 1940
Pintor y dibujante, su obra evoluciona desde un lenguaje figurativo, sincero y expresivo que sedujo a críticos barceloneses como Santos Torroella, Joan Gich y Sebastià Gasch. Nos sumerge en un léxico de grafismos, de formas abstractas y de delicadas combinaciones cromáticas. En conjunto, su pintura despliega elegancia y sutileza como resultado de matices y veladuras, y la combinación de diversas técnicas como el óleo, pastel, tinta y témpera, de refinada bohemia decadente característica de los pintores de la Escuela de París.