Barcelona, 1948
Su obra escultórica, iniciada dentro del figurativismo, da paso a nuevas formas abstractas. Antonio Borandi colaboró con el reconocido crítico de arte Àngel Marsà en el templo de la Sagrada Familia.
Realiza esculturas ligeras en las que la esencia se encuentra en el uso de materiales heterogéneos como la madera o el algodón. Se trata de una obra en la que los volúmenes son proporcionales a los espacios vacíos, y en la que el movimiento se relaciona con la exhalación de un suspiro o las suaves brisas que doblan unas formas que parecen danzar. Un nuevo modo de esculpir en el que la forma no está definida por el peso, sino por los cuerpos que se contornean en el espacio.