Anna Miquel explora e interpreta una realidad múltiple, donde el cuadro no acaba en sí mismo por ser constatación de la vida misma. Mirando a la calle, observa y extrae un discurso propio de sus elementos más simbólicos. No puede hablase de paisajismo pictórico en el sentido más estricto, sino de exploración de valores que generan una empatía sugerente en el espectador. Investiga la técnica mixta del cemento con pigmentaciones sobre tela y papel; y como innovación, introduce el uso del acetato de relación íntima con los procesos creativos del cine de animación, practica llevada a cabo desde hace algunas décadas.
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