En su obra convergen soledad, fragilidad, tristeza, serenidad, anonimato, memoria y silencio, para construir sus propias historias. El espectador es arrastrado por un flujo de sentimientos calidoscópicos y es participante activo de las angustias y sufrimientos de la existencia humana. La vida es una cuerda floja, equilibrio inestable en busca de lo que se oculta en el hecho mismo de vivir y en sus innumerables interrogantes que emergen en el transcurso de un arduo y frondoso recorrido sin retorno.