En sus años de Land Art y acciones conceptuales, a finales de los sesenta y la década de los setenta, crea acciones, instalaciones y objetos. La obra de Àngels Ribé parte de la performance, con diversas secuencias documentadas fotográficamente. En los ochenta realiza esculturas con neón y luz, aunque nunca olvida su componente volumétrico. Registra fenómenos naturales, provocando una colisión entre esencia y manipulación artificiosa, y tiende a una inclinación por los comportamientos mentales, el ocultismo y la infinitud. Su producción actual fusiona la escultura, la energía de la naturaleza y la invisibilidad intelectual.