Sus fotografías transportan a un estado casi onírico donde el mundo real y el imaginario se diluyen. A pesar de tratarse de escenas posibles en la realidad, Andrea Torres dota las imágenes de una aureola de fantasía, de sueño, de irrealidad. Son composiciones sencillas donde las figuras parecen habitar en un espacio y un tiempo indeterminados a través de los cuales la autora invita al espectador a dejarse llevar por su imaginación e interpretar la fotografía desde su propio mundo interior.