Sus inicios artísticos parten del academicismo figurativo que transcurre por una etapa expresionista para llegar a una abstracción informal. En la década de los sesenta surge en su obra una recuperación del léxico figurativo que dará lugar a una iconografía simbólica de tonalidades negruzcas y de perspectivas simétricas que crea diferentes escenografías con el uso de la luz. La obsesión por la muerte, junto con el sadismo, la necrofilia y el vampirismo son los conceptos clave que otorgan a su obra una aureola de misterio i enigma. Un universo en el que la inexistencia de personajes provoca que los espectadores enfrentados con la inconmensurable soledad seamos protagonistas de placeres negativos y de terrores agradables.