Barcelona, 1961
Su obra no utiliza objetos ni palabras sino que transporta al espectador a rincones lejanos y silenciosos. Los constantes viajes constituyen una aportación fundamental a su incesante necesidad creativa y expresiva. Escoge espacios que conectan con su sensibilidad y melancolía, vivencias sentidas, incorporadas a su psique para dejar gozar a través de las imágenes, de sus emociones. Alicia Ibarra experimenta con nuevos materiales y amalgamas para obtener texturas inéditas y transformar la materia en algo vivo y siempre cambiante, pues cada cuadro suyo es un universo de luces, texturas y sensaciones.