Después de una primera etapa cubista, de inspiración figurativa, y en un lento proceso de síntesis, su trabajo evoluciona hacia la abstracción. A principios de la década de los setenta y coincidiendo con la aparición de sus primeros collages, su obra llega a la máxima simplificación del cromatismo caracterizada por un predominio de los blancos. Influenciado por Mondrian y Rothko, las telas producidas entre los años 1959 y 1963 son las que le otorgan la identificación propia dentro de las tendencias más abstractas. El arte de Ràfols-Casamada es una visión poética de la realidad en la que las formas y el espacio crean tensiones que consiguen introducir al espectador en su universo simbólico y onírico.