Se inició en la pintura en los años treinta. Al principio su obra se caracterizaba por un realismo estricto, pero evolucionó hacia un simbolismo con un resultado de apariencia fantasmagórica u onírica, con figuras que a menudo nos aparecen con una crudeza hiriente. Empezó en el estudio que compartía con Grau i Sala y en 1932 estudió dibujo al natural en el Círculo Artístico. Después de presentarse en los Salones de Primavera y de Montjuïc, lo hizo, individualmente, en Madrid en 1948, donde fue seleccionado para el Salón de los Once. Expuso también en las Galerías Layetanas los años 1949, 1953 y 1957 y la Sala Parés en 1981, 1983 y 1986. Expuso también en Bilbao y Santander, y en exposiciones colectivas del Instituto Carnegie de Pittsburgh y de la primera y la tercera Bienal Hispanoamericana.