Pintor y grabador, siendo muy joven entró en contacto con la obra de Cézanne gracias a una beca que lo llevó a París, donde volvió después de Primera Guerra Mundial y donde entró en contacto con el surrealismo y con artistas como, por ejemplo, Max Jacob o Pablo Picasso. Alrededor de la década de los años veinte, siguió los postulados vanguardistas del momento y su pintura su fue inclinando hacia el clasicismo de origen cubista, y convirtió el desnudo femenino en el motivo principal de su obra. Fue en ese tiempo cuando le llegó el reconocimiento internacional. En 1932, ya en Barcelona, comenzó su relación con Francesc Cambó y su trabajo se decantó hacia los retratos de la alta sociedad catalana de la época.