Nacido en Olot, tras la etapa formativa Josep Clarà se establece en París, donde toma como referente a Auguste Rodin y su obra escultórica bebe del simbolismo para tratar las emociones humanas a través del volumen. Posteriormente, la influencia de Maillol hace que evolucione hacia propuestas de raíz clásica y mediterránea vinculadas al Noucentisme. Los referentes grecolatinos y la síntesis formal y de depuración de volúmenes se encaminan hacia una idealización de los cuerpos y de los rostros durante la década de 1930, momento en que regresa a Catalunya. En su tierra natal, Clarà emprende proyectos para el espacio público y culmina con unas obras monumentales una carrera basada en la búsqueda de la belleza.