Su trabajo es la expresión de un discurso plástico coherente, síntesis de impresiones y sensaciones que bascula entre la figuración y la abstracción, la racionalidad y la irracionalidad, el orden y el caos. Siguiendo las huellas de los renacentistas, ha otorgado a su pintura un carácter moderno, lleno de fuerza argumental y de fuerza compositiva, que reseña la arquitectura y se impone al espectador. Con una cierta influencia cubista, su trabajo evoluciona hacia una acurada y organizada composición. Con la creación de un lenguaje personal, alejado de las corrientes artísticas posmodernas de los años ochenta, supera retos asumidos a través de un proceso de investigación de la pintura mural.