Inició su trayectoria con una obra a caballo entre el impresionismo y el fauvismo, donde el eje central era la expresividad cromática. Poco después, gracias al dominio de los colores primarios y el tratamiento de la luz, evolucionó hacia un constructivismo que paulatinamente desfiguraba unos personajes en movimiento. Esta descomposición de la figura humana no lo abandonará ni siquiera cuando su obra inicia un camino hacia la abstracción empujado por la experimentación de la mancha y el gesto. No fue hasta la segunda mitad de los años ochenta –y hasta su prematura muerte– cuando su obra abandonó cualquier referencia figurativa y se adentró en el informalismo, con la utilización de nuevos materiales como la arena, los objetos reciclados o el metacrilato, transgrediendo los límites del lienzo.