Poner el dedo en el ojo es un proyecto que presenta el trabajo de Lluís Hortalà (Olot, Girona, 1959), que interpela lo que llamamos la contemporaneidad con recursos de la tradición pictórica, basándose en la visión como mecanismo de aproximación al mundo. Opera conceptualmente, y con una cierta ironía, sobre las estructuras que sustentan el pensamiento o el poder. Su obra plantea un juego sobre la apariencia, la aceptación del engaño o la réplica de la realidad, las técnicas que utiliza el arte para producir y reproducir las imágenes, el espejismo y los límites del trompe-l’œil, la ilusión óptica o la imitación, el artificio.
Lo que podría parecer una mera muestra de virtuosismo es un revulsivo para enfrentarnos a un ejercicio de reflexión sobre los mecanismos de conocimiento en los que se fundamentan los modelos culturales y sociales. En este sentido, Hortalà cuestiona críticamente cómo la modernidad y la vanguardia posibilitan o impiden una reflexión sobre la práctica artística contemporánea; o, como indica Jacques Rancière, la relación entre la estética con la política. Su trabajo no se consagra a una simple historicidad, sino que tiene lugar en la ruptura que se genera en las formas de producción y de visibilidad de la obra.
Exposición comisariada por Teresa Grandas.
Fotografia © Borja Ballbé