Destinado a estudiar químicas y a desarrollar una carrera profesional en este sector, el activo e inquieto Joan-Artur Roura i Comas decidió contravenir los designios paternos para empezar a trabajar como representante comercial, lo que le permitió viajar, conocer otras culturas y vivir de cerca el mundo del arte, el que él que se autodefine como “amante del arte” considera el suyo.
Este amor al arte le ha llevado a constituir una colección ecléctica, como él mismo dice, porque son muchos los intereses que tiene. Se le podría definir con los recurrentes adjetivos de atípico, insólito o singular, pero en realidad es un coleccionista impulsivo, cuando una obra le atrae no para hasta conseguirla.