El rostro, dice el dicho, "es el espejo del alma", de nuestro yo más íntimo y auténtico. Es la manifestación de lo que somos, aunque a veces lo modifiquemos en menor o mayor medida. Sin embargo, existen estudios que de alguna manera contradicen esta máxima y la invierten, porque afirman que es la cara la que se refleja en el alma, ya que cerebro y rostro están conectados de forma directa, por lo que si modificamos la fisonomía, nuestra alma se enfatiza con estos cambios.
Nos encontramos en una antigua fábrica de corcho de principios del siglo xx que formaba parte del conjunto arquitectónico fabril de la empresa corchera Miquel & Vincke. Actualmente es el museo de escultura contemporánea de la Fundació Vila Casas, situado en la plaza de Can Mario, donde también se encuentra la modernista Torre del Agua y el Museo del Corcho.
Tres espacios completan la estructura expositiva de nuestra entidad: el Museo Palau Solterra de fotografía contemporánea en Torroella de Montgrí (palacio del siglo xv de arquitectura civil gótica) y, en Barcelona, el Museo Can Framis de pintura contemporánea (un complejo fabril dedicado a la industria textil) y los Espais Volart (almacenes de tejidos que regentaba la familia Volart a finales del siglo xix).
Salas 1, 2 y 3
La identidad perdida.
El rostro, Colección olorVISUAL
«La primera condición para oler es saber mirar.»
Albert Ràfols-Casamada (1923-2009)
Cuarenta años es el tiempo que lleva Ernesto Ventós (Barcelona, 1945) recopilando obras de arte contemporáneo para su Colección olorVISUAL.
En esta exposición, La identidad perdida. El rostro, Colección olorVISUAL, se reúnen casi cincuenta obras de arte contemporáneo que forman parte de su colección, creadas por artistas de diversas generaciones y procedencias. Para él son creaciones especiales porque todas «desprenden un olor» y le evocan una fragancia particular.
Desde muy joven, el perfumista y empresario Ernesto Ventós es consciente de la importancia y el potencial del sentido del olfato, el que más profundiza en los sentimientos y los recuerdos porque es el único que despierta una zona emocional del subconsciente. Partiendo de este punto, su capacidad para elaborar las fragancias que le sugieren las obras le permite reproducirlas físicamente. Junto a cada obra, se encuentran unos pequeños frascos: se trata de una invitación a ampliar la forma de sentir el arte. Si se abren, se activa el sentido olfativo.
El hilo conductor de la exposición es el cuestionamiento de la identidad de los individuos en una sociedad posmoderna sobre la que tanto reflexionó el sociólogo Zygmunt Bauman (1925-2017) en su teoría de la modernidad líquida. Con este término definía el momento actual de la historia, en el que las realidades sólidas de las generaciones anteriores —como el trabajo o el matrimonio para toda la vida— se han desvanecido para dar paso a un mundo más precario y provisional. Su teoría menciona el miedo que provoca poseer una identidad aferrada a uno mismo, consecuencia de la velocidad de nuestros tiempos, que nos hace ser conscientes de que las relaciones con la gente y las pertenencias materiales no duran mucho. Este contexto afecta a nuestra identidad, a cómo nos autoevaluamos y a la imagen que tenemos de nosotros mismos. La flexibilidad que se nos exige para adaptarnos a los cambios crea esta situación líquida a la que hace referencia Bauman. En sus propias palabras, es «como un líquido en un vaso, en el que el más ligero movimiento en una parte cambia la forma de todo el agua en conjunto».
Desde nuestro espacio, proponemos una reflexión en torno a este planteamiento a partir de obras de arte (pintura, fotografía, instalaciones y vídeo) que elevan los rostros de los individuos hasta convertirlos en el sujeto principal, el elemento más representativo de nuestra identidad (perdida o, quizá en algunos casos, todavía no).
Sobre el rostro es muy conocida la frase que dice que «es el espejo del alma», pero algunos estudios contradicen esta máxima, la invierten y afirman que es el rostro el que se refleja en el alma. Por lo tanto, si modificamos nuestra fisonomía podríamos llegar a perder la identidad original. Según el fotógrafo Pierre Gonnord (1963), «el rostro no es el espejo del alma, sino el mapa de nuestra vida».
Con estas reflexiones sobre la sociedad posmoderna, nuestra identidad y los rostros humanos, os invitamos a disfrutar de obras de artistas contemporáneos que de manera directa o transversal hacen referencia a esta cuestión. Asimismo, os invitamos a autoexploraros despertando la memoria olfativa, tantas veces dormida. Si la liberamos nos llevará a espacios recónditos y olvidados.
¿Recuerdas quién eres? Repensarse mediante el olfato es posible.