Inauguración: lunes 7 de octubre a las 19 h
La pintora pintaba primero con pinceles (primera parte), después con las manos (segunda parte) y más tarde con la inclinación del suelo (tercera parte). La pintora tenía como propósito desaparecer en la pintura. Por eso, en las obras de lo que originariamente era el final (tercera parte) de esta muestra, pretendía que el blanco de la tela se fundiera con el blanco de la pared.
Pero eso fue hace años, cuando la pintora todavía tenía miedo.
La anguila que llega a la Fundació Vila Casas es una anguila revisada: el animal ya ha llevado a cabo su primera mutación y la autora ya no quiere desaparecer. Ya no es la hojita de sauce transparente que cruzó instintivamente todo un océano, trepó por un río y se enterró en el barro para no sentir nada.
Ahora la pintora se reafirma, opina, rasga la tela si es necesario. La pintora llega incluso a intoxicarse de aguarrás, y eso es algo de lo que no se enorgullece, pero qué vamos a hacerle. La anguila es carne que se arrastra, aprovechando la capa de mucosa que la envuelve y lo baboso del médium para veladuras, sobre la superficie de telas de lino de hasta cuatro metros de largo. Recupera una figuración que convive en harmonía con las obras abstractas de la anterior anguila y también con la palabra, puesto que rescata y coloca en las paredes, junto a las telas, fragmentos de textos de la novela homónima que publicó con Anagrama en 2021.
El cuerpo que fue abusado y violentado a través del sexo y el parto, del aborto y la sangre, siente ahora placer al tomar conciencia de sí mismo. El cuerpo recuperado levanta espejos con las dos manos y alumbra las violencias que se ejercieron contra las mujeres durante demasiado tiempo. Después arroja sobre ellas litros de aguarrás. Y las fulmina.