Comisariada por Àlex Mitrani, la exposición es un homenaje a la trayectoria de este escultor (Barcelona, 1925) que hizo de la madera la materia prima de su trabajo, para la creación de esculturas de gran ritmo espacial y potencia expresiva. Guerreros, naturalezas muertas, máscaras, pájaros y jaulas habitan un escenario protagonizado por la luz que se cuela entre los nervios corpóreos y volumétricos que velan por un equilibrio cosmológico, la prestidigitación y la expresividad más elucubrada o introspectiva. Como arcaicos instrumentos de cuerda, la producción escultórica de Subirà-Puig yuxtapone ritmos y cadencias que se escuchan más allá de unas fronteras que separan el mundo real del subconsciente.