El fuego es la única herramienta que Sacha Tröger utiliza para crear sus composiciones. En un inicio aplicaba el humo de una vela sobre sus telas, pero, en sus últimos trabajos, éstas son quemadas directamente; como el escultor que extrae el alma de la piedra y la convierte en figura, Sacha, mediante el fuego extrae del soporte sus imágenes. Proceso de combustión conceptivo o imaginativo y, a su vez, desintegrador y devastador, que el artista convierte, de forma magistral, en expresión lírica y plástica.
Arquitecto de profesión, pintor, diseñador y escritor, Oscar Tusquets Blanca es un artista multidisciplinar. Graduado como arquitecto, desde que fundó su estudio de arquitectura ha llevado a cabo numerosos proyectos en Francia, los Países Bajos y Japón. Se formó en La Llotja, donde comenzó su afición por el dibujo y la pintura, de inspiración en temáticas urbanas de Barcelona, edificios emblemáticos de Bernini o Gaudí, retratos de amigos y paisajes rurales de los lugares a los que viajaba. Destacan sus muestras en el MoMA de Nueva York y en el Centre Pompidou de París, además de diversos proyectos por los que ha sido galardonado.
Representante de la neofiguración europea, su obra nos evoca una nueva dimensión llena de connotaciones magicistas. Composiciones de colores estridentes que trasladan al espectador a un mundo habitado por seres antropomorfos y etéreos que, envueltos de constelaciones, nadan en el espacio cósmico; protagonistas cubiertos que actúan en el gran espectáculo mundano. Imaginativo, crítico, instigador, Josep Uclés nos habla de nuestro mundo y nuestro tiempo, fijando imágenes que se escapan al razonamiento y que rehuyen toda lógica imperante.
Las fotografías de Ugas Dubreuil captan aquellos espacios comunes y cotidianos en los que las atmósferas de silencio y soledad quedan evidenciadas por la huella de alguna presencia. Las arquitecturas silenciosas y los interiores desolados son redescubiertos por el artista en una obra próxima a la documentación pero que, sin embargo, pone de manifiesto una fuerte carga emocional. La sociedad contemporánea y su relación con la ciudad y los espacios comunes resultan aspectos fundamentales de sus instantáneas, en las que el espectador es capaz de reconstruir aquello que ha sucedido a partir de su propio imaginario.
Desde el arte popular, la escultura lúdica, pasando por el paisajismo urbano hasta llegar a un tipo de arte interiorista y puramente conceptual Jordi Urbón recorre, viaja y reflexiona sobre la muerte, el abismo, el caos, la vida y el origen efímero. Sus cuadros y objetos, presentados de una manera secuencial, conectan con órdenes de belleza escondidos para hacer florecer la energía del alma. A través de la simbología y la semiótica nos transporta a un mundo íntimo y misterioso que con un indiscutible espíritu de introspección denuncia las injusticias sociales y políticas.
Lenguaje urbano e innovador, expresión de única belleza transparente e incierta a la vez. Retomando la técnica del trabajo del vidrio, la artista invita al espectador a indagar y sumergirse en la propia existencia del ser humano. A través de su trabajo, teoriza sobre ideas como la fragilidad del hombre, el paso del tiempo, la angustia, mediante esculturas flotantes en el vacío, códices tipográficos que son reflejo de una sociedad perturbada, y estructuras simétricas de vidrio y metal que constatan la dicotomía entre vida y muerte, perpetuidad y caducidad.
Escultor y pintor. La obra de Vaccaro se articula alrededor del hecho poético, en el que, a través de varios materiales —sobre todo el polimetacrilato—, crea formas que, a modo de capas, van captando las luces y los colores del espacio que invaden, y van mostrando entre líneas un mensaje que nos induce a descubrir nuevos parajes, aquellos donde lo desconocido impulsa el nacimiento del proceso creativo.
Su fusión de escultura, fotografía i vídeo provoca una desfragmentación visual del espacio y la arquitectura. Crea piezas escultóricas dominadas casi en su totalidad por las líneas oblicuas y una cierta sensación de desajuste. Fotografías de lugares de transición, deshabitados y en proceso de transformación, zonas fantasmas que vagan entre el anonimato y la existencia, y que a través de la escultura se descomponen detrás de una parrilla arquitectónica en tres dimensiones. Eduardo Valderrey utiliza la escultura como soporte fotográfico para generar una especie de fotoescultura. Poética deconstructiva i de transitoriedad enmarcada por estructuras que otorgan a su hibridez un cariz escenográfico.