El bronce y la terracota, junto a la temática infantil y adolescente, configuran su obra más reciente. Se nutre de estos elementos para comunicar las duras emociones humanas de la sociedad contemporánea. A través de los niños canaliza los sentimientos más puros, sumergiendo al mismo tiempo al espectador en una profunda reflexión existencial. Desde la década de los ochenta sus obras se han expuesto en galerías nacionales e internacionales.
En sus años de Land Art y acciones conceptuales, a finales de los sesenta y la década de los setenta, crea acciones, instalaciones y objetos. La obra de Àngels Ribé parte de la performance, con diversas secuencias documentadas fotográficamente. En los ochenta realiza esculturas con neón y luz, aunque nunca olvida su componente volumétrico. Registra fenómenos naturales, provocando una colisión entre esencia y manipulación artificiosa, y tiende a una inclinación por los comportamientos mentales, el ocultismo y la infinitud. Su producción actual fusiona la escultura, la energía de la naturaleza y la invisibilidad intelectual.
Apasionada por el volumen y la relación táctil con todo tipo de materiales susceptibles de tridimensionalizarse, otorga a sus obras una visión particular de la vida y la existencia, siempre efímera por el hombre y los materiales. Su arte, conceptual e irónico, es una lectura contraria al mundo contemporáneo; piezas silenciosas que buscan la mínima materialidad necesaria para transportarnos a la verdadera esencia.
Fruto de una estancia en Nueva York a finales de la década de los 70, abandona su profesión de biólogo para adentrarse en el mundo del arte y de la fotografía en particular. Este viaje le permitirá conocer fotógrafos como Mary Ellen Mark, Ralph Gibson, Gary Winogran, Burke Uzzel, George Tice y artistas catalanes como Robert Llimós o Xavier Corberó. A partir de 1979 se instala en Barcelona, donde dedicará más de 20 años a hacer reproducciones de obras de arte, trabajando con las principales galerías, instituciones y artistas a nivel nacional e internacional. Desde el año 2007 Rocco Ricci vive en Bali, Indonesia.
Formado en el diseño gráfico, Albert Riera inició su trayectoria artística en la fotografía y, más tarde, y a raíz de una larga estancia en Londres, se inició en la pintura. Artista curioso y transversal, no cierra la opción de adentrarse en otras disciplinas artísticas como la escultura aunque en la actualidad centra su dedicación a la pintura. Sobre el lienzo su obra recuerda la abstracción. Dice que plantea el proceso creativo dejando que sea el trabajo y el azar los que influyan en el resultado final, otorgando un gran protagonismo al ojo del espectador que, a su parecer, ha de concluir la obra desde su subjetividad.
Sus inicios artísticos parten del academicismo figurativo que transcurre por una etapa expresionista para llegar a una abstracción informal. En la década de los sesenta surge en su obra una recuperación del léxico figurativo que dará lugar a una iconografía simbólica de tonalidades negruzcas y de perspectivas simétricas que crea diferentes escenografías con el uso de la luz. La obsesión por la muerte, junto con el sadismo, la necrofilia y el vampirismo son los conceptos clave que otorgan a su obra una aureola de misterio i enigma. Un universo en el que la inexistencia de personajes provoca que los espectadores enfrentados con la inconmensurable soledad seamos protagonistas de placeres negativos y de terrores agradables.