Especializada en imagen, fotografía y vídeo, Olga Praderas retrata identidades, pensamientos, miradas que dan forma a la esencia del individuo. Bajo una carcasa dérmica, trasluce la personalidad del alma; su obra va más allá de la pura y simple apariencia ya que nos hace cuestionar los límites de nuestra visión, demasiado encuadrada. ¿Somos realmente como nos mostramos o como nos ven? La verdadera esencia se encuentra en la percepción y el sentimiento.
Fotógrafo y comisario independiente, Prieto retrata sin perseguir la originalidad. Busca un intercambio de miradas entre retratado y fotógrafo que da como resultado un personaje que mira fijamente al espectador de manera profunda. Sin distracciones ni otros elementos alrededor, sus fotografías son descriptivas y de una mirada clara y natural.
Realizó la exposición Punt de vista en el Palau Solterra, en homenaje a la fotografía Somiant que el artista Pere Formiguera hizo de Antoni Vila Casas, en un diálogo con los retratos de 40 artistas vinculados a la Fundació Vila Casas o al Empordà.
Influenciado por la transvanguardia y seducido por el cómic y el diseño gráfico, Puig se sumerge en una etapa de paisajes románticos, que derivará en la reivindicación de las raíces del Pop Art. Su estancia en Nueva York, en 1992, significó un replanteamiento de sus prioridades plásticas; La densidad de la materia y el gesto le acompañarán en las múltiples e incesantes transformaciones creativas. Manufactura rápida y vigorosa de colores terrosos, rojizos, blancos y negros que se convierten en espacios de reflexión de la esencia de la vida y un evidente retorno a sus orígenes más primitivos.
Pequeños paisajes, muestra del deseo de preservar en la memoria los escenarios naturales. Pinturas íntimas, precisas y descriptivas que denotan un gran conocimiento de les técnicas y las corrientes artísticas. Navega por escenarios cotidianos, y como el mar, que varía según el momento del día o la época del año, sus pinturas fusionan realidad y sentimientos, configurando una cartografía del alma.
Hijo de un pintor novecentista, August Puig fue uno de los primeros artistas españoles que probó suerte en el París de la segunda posguerra y que desarrolló un estilo surrealista abstracto, biomórfico, que convergió con el arte experimental realizado en toda Europa y América; bajo la poética de los artistas de Dau al Set y sin ser miembro, sus obras abstractas influidas por los fauvistas Kandinsky y Miró evolucionan hacia un surrealismo que cristaliza en una síntesis oniricoinformal habitada por formas dinámicas y metamorfoseadas.